Los arrieros eran comerciantes que se servían de bestias de carga, como las mulas, para transportar sus mercancías de pueblo en pueblo. Era un trabajo duro y con mucha competencia en zonas con poca población.
Cuando sentían que otro arriero los había estafado o había actuado en contra de sus intereses, no discutían en público, pues sabían que eso les podría perjudicar creándoles mala fama.
Por tal motivo, a ese arriero que había actuado de forma tramposa le decían: “arrieritos somos y en el camino nos encontraremos” para indicarle que su acción no había sido correcta y que ya encontrarían la forma de vengarse.
Actualmente, se sigue usando este refrán para indicarle a alguien que ha actuado mal y que no recibirá nuestra ayuda cuando la necesite.